REPUJADO DEL PAPEL METÁLICO
Aunque a primera vista pueda parecer difícil, el repujado del papel metálico es muy sencillo, ya que con trazos elementales y sin complicación se consiguen efectos maravillosos, debido al brillo y calidad de este tipo de papel.
El papel metálico o metalizado se vende en el comercio en hojas, no sólo doradas y plateadas, sino en varios colores más, azul, rojo, verde, etc., todos ellos con las mismas calidades del brillo metálico, por lo cual, además del efecto producido por el repujado en sí, se pueden conseguir otros, por diversas combinaciones de color.
En cuanto a las herramientas necesarias para conseguir un buen trabajo no pueden ser más sencillas: unas tijeras, un medio de punta achatada (puede ser un lápiz duro o bien un punzón metálico de punta redondeada), así como un tubo de pegamento adecuado. No deben utilizarse instrumentos de punta aguda, ya que romperían el papel al presionar sobre él.
También podemos utilizar como herramientas improvisadas conteras de bolígrafo, mangos de cuchara, etc., cuando hayamos de hacer relieves de mayor anchura.
El procedimiento para grabar es el siguiente:
Se hace un calco del motivo que vayamos a grabar, y se pasa a la placa de papel metálico,
cuidando de no apretar demasiado el lapicero, ya que solamente tratamos de reproducir, en esta primera fase, el dibujo sobre la placa, no de grabar, de forma que nos sirva de guía.
Disponemos de una revista o un cartón que nos servirá de base para apoyar la placa metálica durante la operación de grabar, teniendo en cuenta que la mayor o menor dureza de esta base influirá también en el mayor o menor marcado de las líneas que se repujen.
Sobre esta base se coloca la lámina metálica y se comienza a repujar siguiendo con el punzón las líneas a pulso, pero teniendo presente lo siguiente:
Las líneas que han de quedar en relieve en el modelo habrán de ser grabadas por el revés, y, por el contrario, si alguna ha de quedar en bajorrelieve, deberá grabarse por el derecho (anverso).
No hay que preocuparse demasiado si las líneas no quedan muy perfiladas, ya que precisamente esto da un mayor encanto y personalidad al trabajo.
En la figura damos tres modelos de fácil ejecución. El (B) es un aplique decorativo que podemos hacer en lámina dorada.
Las imitaciones de piedras preciosas las haremos pegando por detrás, y en los huecos que previamente se habrán practicado, trozos de papel metálico granate, debidamente estriados, para conseguir el efecto de irisado de las joyas verdaderas.
Los distintos elementos que componen este aplique se unirán mediante pequeñas anillas de alambre dorado.
Cuando un trabajo lleve el fondo matizado, como C (figura 285), conseguiremos éste golpeando suavemente sobre la lámina con un lapicero de punta bien roma, hasta matizar toda la superficie deseada.
En (D) vemos otro sencillo y bonito modelo, en el que se indican las líneas que se han de pintar por un lado y por otro.
Hay que tener en cuenta que cuanto más abigarrado sea el repujado, es decir, cuantas más líneas nervadas y depresiones se produzcan en el mismo, el efecto será más bonito, ya que la luz, al reflejar en el papel metálico, se discompondrá en irisaciones tanto más numerosas cuanto mayor sea el número de puntos de incidencia.
Si el trabajo va a ser recortado, aconsejamos llevar a cabo esta operación una vez terminado de repujar, ya que si se efectuara antes, al contraerse el material por efecto de la presión del punzón se deformarían los bordes, quedando escasa la superficie que hubiéramos cortado.
Si queréis reproducir alguna moneda, medalla o cualquier otra cosa que tenga relieves, sujetaremos ésta al dorso de la lámina metálica por medio de «cel-lo» o cinta adhesiva.
Con un utensilio dó punta roma (puede ser la contrera de un lapicero o algo análogo) se presiona frotando sobre la lámina, hasta que el dibujo del modelo quede repujado sobre ésta.

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